El desarrollo del mercado de distressed assets en nuestro país y Latinoamérica no tiene muchos años de ejercicio, sin embargo, en los últimos tiempos se ha constituido en una actividad en auge a partir de su aceptación, desde el punto de vista regulatorio y fiscal, como herramienta de saneamiento patrimonial.
Si bien nuestros volúmenes son sensiblemente inferiores a los operados en el mercado norteamericano y europeo, cunas de esta industria, en los últimos años la región ha dado un salto exponencial que permite proyectar un escenario expansivo para los próximos.
En Argentina, los players son locales, principalmente porque el ticket y la coyuntura de nuestro mercado no resultan tentadores para fondos extranjeros. Para participar en esta operatoria en nuestro país, los inversores tienen que pasar por un minucioso análisis de antecedentes y respetar el correcto tratamiento posventa de la cartera, requisitos que contribuyen al fortalecimiento de valores financieramente virtuosos que todos los integrantes de la industria debemos fomentar para profesionalizarla y auto depurarla.
En el marco del desarrollo de esta actividad, en los últimos tiempos también han evolucionado los procesos licitatorios, la mayoría ya son enteramente digitales -desde el due diligence hasta la presentación y apertura de ofertas- convirtiéndolos en procesos cada vez más transparentes, confiables e inclusivos. Asimismo, actualmente se aplican modelos de BI para seleccionar la cartera pasible de venta y para la valuación de la misma. Por lo tanto, la innovación tecnológica también ha aterrizado en este negocio para transformarlo y optimizarlo.
El tratamiento masivo de carteras de créditos en situación irregular y con gestión de cobranza extrajudicial agotada, siempre ha sido un desafío para los departamentos de cobranzas. La judicialización del portafolio de créditos, especialmente el de consumo, ha dejado de ser una alternativa rentable, principalmente por la relación costo/beneficio del inicio de acciones judiciales, la estructura necesaria para su control y seguimiento, los plazos de la Justicia, entre otros. Todo ello ha generado que tal instancia se reserve a ciertos y determinados casos luego de un análisis que pondere parámetros como: existencia de garantías, monto a demandar, radicación de la causa, situación patrimonial, etc. pero ha perdido utilidad y eficiencia como procedimiento sistémico.
En virtud de lo expuesto, la venta de carteras de créditos irregulares es el instrumento que el mercado argentino, entre otros, ha elegido como su opción financiera y económica más conveniente. Sus beneficios no solo se circunscriben a razones fiscales, quizás su móvil más conocido, o al mejoramiento de los índices de incobrabilidad y de la situación patrimonial, puntos muy valorados por entidades que cotizan en la Bolsa, también tiene la ventaja del ingreso del precio de la operación como ganancia y, el menor costo de mantenimiento de estructuras de cobranzas internas, las que solo se concentrarán en la gestión de la mora temprana preventa.
En síntesis, sistemas que mantienen sus carteras de créditos saneadas generan mayor capital prestable y aceleran los procesos de inclusión financiera que promueven la reactivación económica. Por lo tanto, el negocio distressed contribuye a la salud del sistema financiero y sus actores.