Durante la pandemia los gobiernos de la región implementaron dos acciones; por un lado, inyectaron capital en la economía generando un mayor nivel de endeudamiento y, por el otro, dictaron medidas de alivio para los deudores que se encontraban al día al momento de iniciarse la pandemia, opacando el nivel de morosidad. Asimismo, durante esos años se vio limitado el recupero de los deudores que ya estaban en mora antes de la pandemia y se suspendieron los procesos de venta.
Este cóctel ha generado un nivel elevado de carteras morosas dentro de las entidades financieras que ya están impulsando la oferta.
En este contexto se va a requerir de agilidad para poder analizar múltiples portafolios en los diferentes países. Por ello es importante contar con:
- La tecnología necesaria para poder administrar grandes volúmenes de información.
- Inteligencia de negocios para poder estimar de modo preciso y con históricos comparables los flujos de ingresos y gastos.
- Determinar cuál es la estructura legal e impositiva más eficiente para el beneficiario final.
- Contar con una red de aliados claves que permitan identificar los puntos críticos de cada portafolio.
- Comprender la idiosincrasia local para no sobreestimar ni subestimar tiempos y procesos.
- Y, sobre todo, armar equipos colaborativos que puedan acoplar toda la información necesaria para poder modelar y hacer una oferta competitiva.
Las ventas de carteras en Latinoamérica son una herramienta muy valiosa para los vendedores, ya que les permite mejorar ratios de incobrabilidad, reducir provisiones y agilizar sus departamentos de recupero.
Una limitante en algunos de los países en los que estamos presentes es el volumen, ya que en muchos casos los precios de compra son pequeños como para justificar el ingreso de jugadores muy grandes, cuyos tickets mínimos suelen estar por sobre los U$S40-50M pero, al mismo tiempo, son grandes para los jugadores locales – por debajo de los U$S3M.
Esto puede mitigarse mediante la constitución de un vehículo de inversión que aglutine varios portafolios hasta tener el tamaño adecuado para inversores con mayor apetito.
Hay barreras culturares ya superadas, como la comprensión del negocio para poder establecer los vehículos locales más eficientes para inversores extranjeros, contratos de compraventa con la incorporación de representaciones y garantías que cumplan estándares internaciones y el desarrollo de Asset Managers especializados con presencia regional y experiencia internacional.
Si bien los países de Latinoamérica donde participamos tienen el mismo sistema jurídico hay diferencias bien marcadas entre ellos e incluso hay diferencias en un mismo país, entre la capital y el interior, que pueden influir en la velocidad de resolución de los procesos.
La compraventa de carteras de crédito en mora es una herramienta que permite el buen funcionamiento del mercado crediticio. En los países en los cuales los procesos de venta son recurrentes y donde los procesos de recupero de deudas y garantías funcionan de un modo adecuado, hay mayor acceso al crédito para consumo, para la vivienda y para las pequeñas y medianas empresas en moneda local y con tasas muy convenientes para los clientes.
Al mismo tiempo, los fondos de inversión internacionales que adquieren estas carteras suelen tener sistemas de protección para los casos sensibles mucho más desarrollados que los propios vendedores, atendiendo situaciones de enfermedad, adicciones, vejez, duelo, entre otros y también, una mayor flexibilidad para la negociación y refinanciación. Esto ayuda a que los deudores reingresen al sistema financiero y sean sujetos de crédito nuevamente.
Si bien el mercado se viene desarrollando en la región, todavía creemos que está desatendido en términos de capital internacional y experiencia institucional, ambos necesarios para lograr un sistema más eficiente.